La globalización cultural es un fenómeno que nació con la humanidad y que se ha incrementado con creces desde los albores de esta misma. Pero si la globalización es un proceso que se viene desarrollando desde hace tiempo, entonces el verdadero signo de la época en la que vivimos, el verdadero sentido de la globalización, está en la nueva conciencia de que existe la globalización.
Avances tecnológicos, guerras, moda, idiomas, turismo, cultura, son muchos de los aspectos de nuestro mundo que, según los especialistas, se vieron afectados por la Globalización. Es de saber común que no solo la economía del mundo se vio afectada por este fenómeno, sino también la cultura de las diferentes partes del mismo.
La necesidad del ser humano de desarrollar sus conocimientos respecto a factores sociales, culturales, tecnológicos y políticos, entre otros, fuerzan a la Globalización a crecer constantemente.
Distintas opiniones y puntos de vista, hacen ver a la Globalización como un factor contraproducente. Se puede encontrar como aspecto negativo que en zonas del mundo como Latinoamérica y Oriente, es donde más se nota la pérdida de cultura e identidad de los países que allí se encuentran. Este fenómeno logra que muchas personas del mundo piensen, se vistan y coman igual, lo que contribuye a la pérdida de valores y costumbres de sus respectivas naciones.
Lo cierto es que la globalización llegó para quedarse, y bajarse ahora del tren podría resultar más perjudicial que no haberse montado nunca. Reconocemos que la pérdida de expresiones, costumbres y formas de vida locales, constituye una lamentable pérdida no sólo para los grupos que se ven afectados, sino para la humanidad en general. Pero debemos considerar también las bondades propias de una homogeneización cultural.
Irónicamente, los problemas ligados hoy en día a la globalización surgen por una falta de mayor homogeneidad; y esto se debe a que los países de mayor avance, o llamémoslos “lideres de la globalización” se encuentran concentrados en su crecimiento propio de forma egoísta, y no reciben ni aceptan la homogeneidad cultural, pero si imponen la propia.
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